DE REGRESO AL INFINITO, MAR ORIGINAL, NADA QUE ATRIBUIRME. MARA FACCHIN




Acaso despidiéndose, Mara escribió en una libretita negra estas palabras que se arriman y se ensanchan como olas. Se trataba de un boceto, de un proyecto de obra inconcluso. Había trabajado durante algunos años en cielos y constelaciones de luces y reflejos que resuenan como sus palabras en nosotrxs.

Cuando se aproximaba el año dos mil, nos fascinó la imagen que parpadeaba en nuestras pantallas, la ingravidez del pixel y su extraordinaria capacidad para mutar. Mara Facchin exploró desde entonces las posibilidades pictóricas del medio digital mientras reflexionaba sobre su validación, sobre la mediación tecnológica. Desplegó, en instalaciones, lienzos, impresiones bajo vidrio y sobre papel imágenes “en tránsito” de un medio al otro:, fotográfico, químico, electrónico. Imágenes de condición etérea con algo de la distancia aséptica del ordenador. Un universo ficcional de ilusiones encabalgadas, refinado, poético y riguroso. Sus juegos ópticos, su obsesión exquisita. Batalló con los materiales, con la tecnología disponible, para lograr el color y la textura que buscaba. Convocaba en sus trabajos sugerencias y espejismos del espacio virtual, su transparencia y su opacidad.

Pasó del barrio cerrado como escenario normalizado e irreal al ámbito doméstico como representación, para dedicarse luego a otras “fantasmagorías”, a fenómenos visibles sólo gracias a dispositivos ópticos, colores, luces y destellos, cuya aparición caprichosa sería para ella  símbolo de lo inasible.

Aquí y allá los artilugios de la representación horadan la superficie y los objetos pierden su espesor o su sombra. Las ilusiones que nos rodean y a las que nos aferramos para subsistir se resquebrajan. “No podemos escapar de los confines del lenguaje”, diría. Apropiándose de una frase recurrente en el I Ching, nos advertía sobre la importancia atávica del refugio, del hogar: “Es propicio tener a donde ir”. En esos paisajes domésticos que armó y rearmó amorosamente durante años, como en la instalación S/T (Asamblea Vecinal), vemos un gesto emancipador en la contaminación de sentidos e imágenes y en su razonado desarreglo de todo.

Me quedo pensando en ese infinito mar original y me pregunto, en qué capa o “layer” de la realidad estarás, querida Mara.

         
 G. F.

Curaduría: Gabriela Francone - Cristina Schiavi
Asistencia curatorial: Carolina Cuervo








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